Para Alonso, mejor conocido como Pata de Perro, viajar es un privilegio, una fortuna. Viajar ofrece ese her­moso juego de pensar que uno es algo diferente de lo que nos hicieron creer que somos. En sus viajes, Pata invita a que uno se de cuenta que podemos ser mucho más de lo que nos imaginamos. Su interminable trave­sía lo ha llevado a lugares fantásticos en 90 países alrededor del mundo, a donde ha llegado con motivos muy claros: alimentar su asombro por este planeta y salir de la zona de confort. Este el destino de viaje que Alonso emprende en cada texto, en cada vi­deo y en cada travesía por el mundo.

¿Cuándo comienzas a viajar?

Comencé a viajar a los 17 o 18 años, cuando pensaba que iba a ser nada más recreativo. Me fui a Europa saliendo de preparatoria como un niño fresa pero pasadito el mes fuera, ya no fue suficiente, no me queria regresar. Me fui a vivir a un monasterio benedictino en Francia, no como un novicio, sino como un curioso entusiasta de la vida en comunidad. Un dia me tocaba lavar, otro cocinar. Cuan­do me fui queria seguir descubriendo. Decidí irme a Australia pero ya no tenia dinero y me puse a trabajar en las granjas de mangos, berenjenas y espárragos. Fue una experiencia preciosa y me di cuenta de lo duro que es el trabajo en el campo. Después decidí trabajar como mesero y lavatrastes, con el dinero que gané aprendi a bucear, me hice divemaster y llevaba a personas a bucear para observar el Rainbow Warrior, un barco de Greenpeace en Nueva Zelanda hundido por terroristas franceses que era considerado un buceo extraordinario.

¿Después regresaste a Méxco? ¿Cómo te fue al regresar?

Mi aventura continuaba y descubri el sureste de Asia. En ese momento ya habia aprendido a vivir en el camino, a encontrar trabajo, incluso aprendí a vivir como aprendiz de médico brujo y como músico callejero. Cuando estaba en la India de­cidi volver por una cuestión familiar. Solo venía unos cuantos días pero me quedé atrapado un rato en México. Me encontré con mis amigos graduados, casados y cerrados, y yo lo único que sabía hacer era viajar. En las reuniones sacaba estos choros y referencias de países lejanos que ya nadie aguantaba. Durante 6 meses tuve una depresión tremenda, no entendía mi lugar en el planeta y me sentía muy atrapado en la ciudad. Hoy agradezco que me presenté al periódico Reforma y les dije: yo viajo y necesito hacer algo. No sé escribir ni tomar fotos, pero viajo. Afortunadamente, una amiga me dio oportunidad y escribí una remembranza de un viaje a Cambodia. Unos meses después, hace 14 años me dieron una colum­na que se llamó Pata de Perro. Fue algo extraordinario, me di cuenta que podía compartir estas experiencias, reflexiones y encuentros a través de los medios (y dejé de agobiar a mis amigos). Fue además un ejercicio muy terapéutico y una invitación porque estoy convencido de que viajar es la actividad más saludable que uno puede realizar; es bueno para la familia, para el contexto social y te permite dimensionar tus problemas. Desde entonces estoy convencido de que esa es mi misión: promover las situaciones inspiradoras para salir de la zona de confort.

¿Los medios de comunicación te cambiaron la vida?

Los medios han cambiado mucho. En ese entonces mi columna media 20 mil caracteres con 7 fotografías. Ahora se han ido reduciendo las capacidades de narrativa, se han vuelto más visuales. Apenas ahorita empiezo a sentir que ya tengo las herramientas para contar bien una historia. Lo que te puedo compartir en un programa de radio con música no es lo mismo que en un texto o en un capítulo audiovisual. Inevitablemente me he convertido en un agente de viajes social desde hace 10 años. Me hablan para preguntarme desde lo más sencillo hasta lo más complicado de una ruta. Y a mí me encanta promover la experiencia de vida porque, como siempre digo, pasé de ser un curioso amateur, a un curioso profesional. Es un privilegio para mí sentir que el contenido que hago influye en la toma decisión del viajero. Me interesa mucho descubrir esta relación. 

¿Qué has descubierto de esa relación?

Por ejemplo. Suelo tener muy buena relación con los embajadores de los destinos a los que viajó y una de mis países favoritos es Turquía. Desde hace 10 años tengo muy buena relación los embajadores turcos. Extraño mucho poderme sentar a tomar un café y comunicarme como lo hago en ese país. De vez en cuando me voy a la embajada, me refugio ahí y siento que estoy en Turquía. En una ocasión, el embajador me dijo: ¡Basta ya! No más artículos de Turquía, llevas 7 este año. ¡Se me están duplicando las solicitudes de estado! Si hay un impacto entre el contenido y la realidad, y desde ahí he querido explorar esta relación. ¿Qué tan poderoso puede ser un contenido como para que la gente viaje, cambie de colonia o salga de la ciudad? Hay que ser tremendamente curioso.

¿Qué hay de tu escuela literaria?

Fíjate que nunca he tenido una escuela literaria más allá de la crítica de mi ma­dre. Mi editora inicial fue mi mamá, en mi familia hay mucho literato y pintor y mi mamá hace unos cuentos infantiles divinos. A lo largo del camino he encontrado editores que me han ayudado a encontrar mi propio estilo, mi propia voz. Este año en marzo por fin publiqué y escribí el primer artículo que realmente me gustó. Es un especial culinario (que por cierto no es mi especialidad) de la Borgoña en National Geographic Traveler. Fue difícil porque es un lugar del que se ha hablado muchísimo. Tardé 14 años en sentarme a leer un artículo mío y decir: ¡wow! Fue muy divertido producir este artículo. He producido en más de 90 países, aunque la verdad producir en México es muy difícil. El periodismo aquí es muy mediocre. Me duele ver que no hay periodismo turístico de calidad porque es una industria tremendamente importante.

ONE WEY POR EL MUNDO

Tras hallar un nicho no explorado en los medios de comunicación y gracias a las nuevas tecnologías, Alonso vera decide explotar todo ese espacio y, de la mano de National Geographic, llega el éxito de los videos de Pata de Perro, en donde cada mes hay un destino y cada semana un nuevo capítu­lo. Quizá su travesía pase desapercibida para muchas personas, pero para quienes tienen el privilegio de conocer el trabajo de Vera, el panorama del mundo jamás volverá a ser igual. Y de eso se encarga One wey, un juego de palabras en español e inglés que, traducido coloquialmente, quiere decir “Un wey”. Y ese es Alonso, un wey viajando por el mundo.

Blog: http://alonsovera.wordpress.com/
Twitter: @alonsovera
Links Sugeridos One Wey @ Nat Geo:

• Indonesia Capítulo 1 (Yogyakarta, Java. Parte I)
• Costa Rica Capítulo 1 (San José)
• Francia Capítulo 1 y 2 (Avignon)
• Quebec Capítulo 3 (Mauricie)