Cabo Pulmo es un pueblito pintoresco con calles de arena, sólo 250 habitantes, menos de diez restaurantes y bares, pero bajo un sol radiante y un mar exquisito.

Prácticamente todo Cabo Pulmo es alimentado por energía solar. Muchas de sus casas tienen techos de palapas, dándole una sensación única al lugar. Su arrecife de coral ubicado en el Mar de Cortés es el más importante de México y de América del Norte.“Parece que hay flores en el fondo del mar, uno se enamora”, dice María, habitante de este paraíso subacuático y esposa de un guardián del arrecife.

Nuestra primera parada fue en el arrecife El Bajo, el favorito de la mayoría de quienes practicamos snorkel en Cabo Pulmo. Es un arrecife de 500 metros de largo donde encontramos muchísima diversidad marina como manta rayas y tortugas. De ahí fuimos a perseguir unas ballenas que vimos saltando a lo lejos. En el camino, nuestro guía empezó hacer caras y ruidos de que había olido algo y paro la lancha y dijo “¿Quién se quiere echar un clavado?” todos los hicimos, ¡Fue increíble! miles y miles de peces jureles nadando en la misma dirección. No alcanzábamos a ver donde empezaban ni donde terminaban y lo más emocionante es que no les afectaba que estuviéramos nadando con ellos.

La siguiente parada fue en La Lobera. Sabíamos que estábamos cerca de los lobos marinos gracias al ruido tan peculiar que hacen. Es una maravilla poder observar tan de cerca a estos hermosos mamíferos marinos. Nadamos hacia ellos pensando que se iban a asustar con nuestra presencia pero fue lo opuesto, parecía que querían jugar con nosotros; se acercaban muchísimo y nos rodeaban. Ya satisfechos de convivir con tantos animales, nuestro guía nos dio un tour por toda la costa y las playas del Parque Nacional Cabo Pulmo, y así nuestra aventura terminó.