OJUELA: PUEBLO FANTASMA Y PUENTE COLGANTE EN DURANGO

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OJUELA: PUEBLO FANTASMA Y PUENTE COLGANTE EN DURANGO

Considerado una maravilla de la ingeniería y único en su tipo en América Latina, el puente colgante de Ojuela es una obra monumental de su tiempo, que mide 318 m de largo y está sobre una cañada de 110 m de profundidad.

En el ambiente semidesértico de cactus, gobernadoras y mezquites, el noreste de Durango cobija al Pueblo Mágico de Mapimí, ubicado junto a la Sierra de la Bufa o la India; fue fundado en 1598 para la extracción de plata, oro, cobre y otros minerales. Por esos tiempos, hace poco más de 400 años, el Jesuita Servando de Ojuelos y otros españoles, descubrieron a pocos kms una gran veta de plata que creó un emporio de riqueza minera, y que en tributo lleva su nombre: Ojuela. Desde entonces se aprovecharan 13 minas en la región, donde durante décadas hubo prosperidad y esplendor, y hacia el año 1870, frente a la mina principal se instaló una colonia de mineros, operadores, ingenieros y administradores de la compañía: así nació el pueblo de Ojuela.

EL PUEBLO FANTASMA

Este pueblo fantasma hoy exhibe restos de paredes y cimentos, pero en su momento inició una nueva etapa en la vida minera: se tornó famoso y atrajo a mucha gente en busca de fortuna, y hasta era mencionado en corridos, poemas y leyendas. Había gran producción y los gambusinos que aun subsisten, antaño com- partían el auge con los mineros y daban gran movimiento al poblado que en el panorama regional era considerado “Lugar de Bonanza”. En tiempos recientes, a principios de este siglo XXI, su nombre ha rebasado las fronteras, se ha conviertido en atracción turística y todavía produce variados minerales como Aragonita, Calcita, Ágata, Macronita, Iranday, y otros.

En la cima del cerro, Ojuela luce abandonado junto al puente colgante, aunque llegó a tener más de 3,000 habitantes que contaban con energía eléctrica, salón de baile, tienda, iglesia, escuela, agua potable, y vivían con comodidades. Para mediados siglo del pasado ya sólo quedaban pocos cientos de pobladores, por la pobreza de las vetas e inundación de varios niveles de la mina. Medio siglo después, de estas construcciones de adobe y piedra, sólo quedan ruinas donde el viento murmura sobre añejas ambiciones y riquezas extintas; su tranquilidad sólo es perturbada por las chicharras, ha desaparecido el ruido de las máquinas, los gritos y silvidos que hacían eco en cañadas y cerros aledaños, todo permanece como testigo intemporal de un tesoro extinguido.

EL PUENTE COLGANTE

Considerado una maravilla de la ingeniería, el puente colgante, es visible a la distancia y se considera una obra monumental de su tiempo, porque mide 318 m de largo por casi 2 m de ancho. Construido cerca de finales del siglo XIX por el ingeniero alemán Santiago Minhguin, para comunicar el yacimiento principal con las bocas menores y transportar el metal hasta los patios del pueblo. Es una estructura sostenida por gruesos tensores y cables de acero, que descansan en 4 torres hundidas profundamente en la roca. Hoy los programas de rescate han llegado, y el histórico puente fue restaurado, las torres originales de madera que durante 100 años sostuvieron su estructura, se cambiaron por otras de acero. Es gratificante sentir el viento suave que provenie del valle de Mapimí, así como disfrutar esta joya arquitectónica colgada a 110 m entre los cerros, donde aun conserva su antiguo esplendor.

salatielbarragan

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