El siguiente destino fue el cráter del Ngorongoro, un lugar espectacular con una vegetación única, resultado de un volcán que se colapsó hace millones de años.
El hotel era un campamento móvil, ubi- cado en la cima de una de las monta- ñas que rodean al cráter, por lo que las vistas son inigualables hacia el lago en el centro del valle y a los animales que viven alrededor de éste con una niebla muy particular entre mística y tropical. Zebras, búfalos, leones, nius, gacelas, hipopótamos, rinocerontes, y águilas son algunos de los habitantes de este lugar extraordinario.
El tiempo en África se vive completamente diferente a lo que estamos acostumbrados; las horas se cuentan con el sol y no existe el sentido de la prisa. En las tardes, después de los safaris regresamos al hotel y sin señal de teléfono, internet ni ningún otro tipo de comunicación, lo único que queda es platicar, convivir, observar, ver las estrellas, tomar vino y disfrutar de una cena deliciosa alumbrada por velas y con los soni- dos de la selva como música de fondo.
El último día de safari en el Serengeti esta vez en Tanzania, encontramos a una familia de cheetas tratando de ca- zar frente a un grupo de impalas. Después de unos minutos y en el momento mas inesperado, la mamá cheeta arrancó corriendo a mas de 100 km/hora ha- cia un imapala bebé, pues era la presa más fácil de todas.
Ya que lo tenía atrapado del cuello lo llevó hasta sus hijos y entre todos to- maban turnos entre comer y vigilar para que nadie se robara su comida. Nunca pensé que ver algo así pudiera ser tan impresionante, estabamos viviendo a unos metros de distancia la manera en la que sobreviven estos animales. To- dos dejamos a un lado las cámaras y durante varios minutos nos quedamos como hipnotizados por la escena, sin saber que decir.
Creo que una de las cosas que más me impresionó fue el darme cuenta cómo todo el ecosistema funciona perfectamente bien, sin ninguna falla y sin la influencia del ser humano. Los ciclos de la vida, las migraciones, la cadena alimenticia, la vegetación y los cuerpos de los animales que están completamente adaptados a sus necesidades y al hábi- tat en el que viven.
El último lugar que visitamos fue Uganda. Al llegar sentimos a un país mucho menos desarrollado y con unas ganas enormes de salir adelante. La manera tan cariñosa en que nos recibieron nos hizo sentir como si estuviéramos en nuestro propio país, con música local, colores y olores muy propios del lugar, sonrisas y miles de niños en las carreteras saludando a todos los coches que pasaban con una enorme emoción.
El camino hacia Bwindi fue un espectáculo de campos interminables sembrados de té que se metían a las montañas tropicales y húmedas. Ahí hicimos la caminata para ver a los gorilas en su espacio natural. Convivimos durante una hora con estos animales gigantes e imponentes que se acercan a ti como si fueras uno más de ellos y en cierta manera se identifican contigo pero te dejan muy claro que ese es su territorio y que te aceptan como una visita solamente.
Después de unos días viviendo tan de cerca el comportamiento de los animales salvajes te das cuenta lo parecidos que somos a ellos: o ellos son mucho más humanos de lo que pensamos o nosotros mucho más animales. Sin embargo creo que estamos muy lejos de entender y respetar la manera en la que viven.
El contacto tan cercano con la naturaleza hace dificil el regreso a la ciudad y al ritmo de vida al que estamos acostumbrados. El estar en un lugar infinitamente grande y abierto, con tan poca influencia del ser humano te hace consciente de lo impresionante que es el mundo en el que vivimos y de lo pequeños que somos.
La idea que siempre había tenido de África era solo una parte de lo que en realidad es, nunca me imaginé que quedara en nosotros tal capacidad de asombro y lo mucho que podemos aprender de los animales. Es increíble pensar que compartimos el mismo espacio y a pesar de eso vivamos de una manera tan diferente.
Los atardeceres que tuvimos fueron mucho más de lo que cualquier película, libro o fotografía nos pueden sugerir, pues el estar parado en una piedra en el Serengeti en medio de kilometros de sabana, miles de animales corriendo frente a ti y nubes desde grises llenas de lluvia hasta moradas por el sol solo se entiende y se siente cuando estas en ese mismo lugar.
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