Isidro, guía de Rutas Todo Cuetzalan, pasó por nosotros en una camioneta para llevarnos a la parte aventurera que tiene Cuetzalan. De inicio, nos llevó al río subterráneo Chichikasapan. Habíamos ido a las Grutas de Cacahuamilpa, pero nada parecido a esto. El río está completamente obscuro y sólo te guías por la luz de la lámpara que tienes en la cabeza. Había partes donde teníamos que hacer pecho tierra y otras que apenas cabíamos entre las piedras. Escalamos, nadamos y hasta nos echamos un clavado a una poza, todo esto en la obscuridad del río.

Otro rincón colmado de aventura que tiene Cuetzalan son sus cascadas. Existen muchas cerca del pueblo, pero las menos concurridas y las más divertidas son El Salto y la de Las Golondrinas. También en los alrededores se localiza La Cueva Chivostoc. Para llegar se tienen que cruzar unos caminos de maíz y piedras petrificadas ¡increíbles!

Al día siguiente nos trasladamos a la finca cafetalera Reserva Azul. Nos explicaron paso a paso el proceso de producción del café y al final nos dieron una clase de degustación con un café orgánico delicioso y un pan exquisito. De regreso al hotel, por suerte nos tocó ver a los Voladores de Cuetzalan haciendo sus danzas espirituales desde un palo de 40 metros de altura. Siempre ha sido una gran experiencia admirar esta antigua tradición.

Al final del viaje alguien preguntó que significaba Cuetzalan a lo que unos respondieron “Ciudad de Pájaros” pero en nuestra experiencia es la ciudad que juega a las escondidillas, siempre escondiendo su encanto entre la neblina.